La ONU asume el fracaso de las políticas de prohibicionismo contra las drogas

El pasado 3 de mayo de 2025, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Volker Türk, reconoció públicamente el fracaso de la estrategia global de prohibición de drogas. En una declaración contundente, afirmó que esta política ha sido un «absoluto fracaso» que «ha destruido innumerables vidas y dañado comunidades enteras».

Un modelo que perpetúa el daño

Durante décadas, la llamada «guerra contra las drogas» ha priorizado la represión y la penalización sobre la salud pública y los derechos humanos. Este enfoque ha llevado a la criminalización de personas usuarias, el hacinamiento carcelario y la estigmatización social, sin lograr una reducción significativa en el consumo o el tráfico de sustancias.

Además, recientemente en un informe global sobre las drogas, se informa que se observa un aumento en la producción y el consumo de drogas, especialmente de opioides sintéticos, lo que ha agravado las repercusiones del problema mundial de las drogas.

Hacia un enfoque más humano y eficaz

Ante este panorama, la ONU y diversas organizaciones internacionales abogan por un cambio de paradigma. Se propone adoptar políticas centradas en la salud pública, la reducción de daños y el respeto a los derechos humanos. Este enfoque busca tratar el consumo de drogas como una cuestión de salud, no de criminalidad, y promover la inclusión social de las personas afectadas.

En países como Colombia y Filipinas, ya se están implementando políticas que priorizan el desarrollo, la salud pública y los derechos humanos sobre las medidas represivas del pasado.

Implicaciones para España y el movimiento cannábico

En el contexto español, donde aún persisten políticas prohibicionistas, este reconocimiento por parte de la ONU podría impulsar reformas legislativas que permitan una regulación más justa y efectiva del cannabis y otras sustancias. El movimiento cannábico en España puede encontrar en esta declaración un respaldo para promover políticas basadas en la evidencia científica y los derechos humanos.

Es momento de replantear las estrategias y avanzar hacia un modelo que priorice la salud, la educación y la inclusión, dejando atrás la criminalización y la estigmatización.

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