Marruecos duplica su superficie legal de cultivo de cannabis en 2025

Marruecos, históricamente uno de los mayores productores de hachís del mundo, sigue avanzando en el camino de la regulación. Según datos de la Agencia Nacional de Reglamentación de las Actividades Relativas al Cannabis (ANRAC), en 2025 la superficie destinada al cultivo legal de cannabis se ha duplicado hasta alcanzar 4.751 hectáreas, frente a las 2.169 del año anterior.

Más agricultores dentro del circuito legal

Este crecimiento ha sido posible gracias a la incorporación de 5.493 cultivadores agrupados en 366 cooperativas, lo que refleja un salto notable respecto a 2024, cuando participaron 2.647 agricultores. Además, el gobierno marroquí ha otorgado 4.003 licencias para actividades que incluyen el cultivo, la transformación, el comercio y la exportación de cannabis, consolidando un marco cada vez más estructurado.

La regulación también ha impulsado la diversificación de productos: 21 complementos alimenticios y 16 cosméticos derivados del cannabis fueron registrados este año ante la Agencia Marroquí de Medicamentos y Productos Sanitarios. En paralelo, Marruecos autorizó exportaciones hacia países como Francia, Suiza, Portugal, Luxemburgo, Australia y Sudáfrica, lo que posiciona al país como un actor clave en el mercado internacional del cannabis medicinal e industrial.

Impacto social y transición legal

El objetivo principal del gobierno marroquí es mejorar el nivel de vida de cerca de 60.000 familias humildes de las provincias de Alhucemas, Chaouen y Taounat, históricamente dependientes del cultivo de cannabis. Un ejemplo del cambio de rumbo fue el indulto concedido en 2024 por el rey Mohamed VI a 4.831 cultivadores tradicionales perseguidos por dedicarse a esta actividad cuando era ilegal.

En paralelo, los cultivos ilegales se han reducido de manera drástica: de 134.000 hectáreas en 2003 a 27.148 en 2023, según cifras del Ministerio del Interior.

Aunque el uso recreativo del cannabis sigue estando prohibido en Marruecos, la legalización para fines medicinales e industriales iniciada en 2021 ha abierto un nuevo escenario. Este modelo, aún joven, busca equilibrar el control estatal con el desarrollo económico y la preservación de las comunidades rurales que durante décadas han vivido en la informalidad.

Este avance también ha sido recogido por medios como La Vanguardia, que destacan el papel del país en la transición hacia un mercado regulado de cannabis en el norte de África, con un potencial de impacto internacional.

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