¿Sabías que el cannabis ha sido utilizado como planta medicinal desde casi el principio de los tiempos?, ¿y que su uso fue disminuyendo ante el aumento de los opiáceos?
Por esta razón el interés por las propiedades medicinales de la marihuana había desaparecido del mapa, hasta que un profesor israelí se fijó en esta planta a principios de los años sesenta del siglo pasado.
El profesor Raphael Mechoulam aisló y sintetizó unos de los principales componentes activos de esta planta: el cannabinoide THC, y poco después, el CBD. Descubrió que estos compuestos orgánicos tienen la increíble habilidad para conectarse con muchas células de nuestro cuerpo. De esta manera conocemos el mecanismo por el que el THC actúa en nuestro organismo, conectándose a los receptores CB1 y CB2, ubicados en la capa exterior de nuestras células, los cannabinoides actúan como mensajeros químicos.
Mechoulam y su equipo se preguntaban el porqué de la existencia de un receptor específico en nuestro organismo para este tipo de molécula y es en los años 90 cuando localizan por fin un cannabinoide que nuestro cuerpo segrega de manera natural y lo bautizan como Anandamida. Posteriormente se descubre otra molécula similar, llamada 2-AG.
También se descubre que la Anandamida forma parte de un sistema más amplio de comunicación intercelular en nuestro cuerpo, a este sistema hasta entonces desconocido, se le conoce como sistema endocannabinoide y está íntimamente relacionado con los procesos autorregulatorios de nuestro cuerpo, como el control de temperatura, el ph, o nuestro nivel de azúcar en sangre. Interviene además de manera vital en numerosos procesos en nuestro organismo como la coordinación motora, en la neuroprotección, el control del dolor o el apetito, entre otros.
El sistema endocannabinoide ayuda a mantener el complejo equilibrio entre las distintas funciones biológicas, proceso que se conoce como homeostasis. El THC y el CBD son dos de los más de 100 cannabinoides que la planta produce. El descubrimiento de los cannabinoides ha abierto un campo nuevo en la investigación de los procesos que regulan nuestro cuerpo. Sabemos que algunos cannabinoides tienen aplicaciones terapéuticas que los hacen de gran utilidad en el tratamiento del dolor, que administrado en dosis adecuadas ayudan a controlar la epilepsia, o que estimulan el apetito para pacientes en tratamiento por cáncer o VIH.
La cannabis ha acompañado al ser humano por milenios y esconde grandes propiedades más allá de su uso recreativo, su papel clave para la comprensión del sistema endocannabinoide y su especial relación con la química de nuestro cuerpo lo hacen único. Y aún queda mucho por investigar.